Poesía Buenos aires  16 feb 2018

Musa

Busco versos desencajados de la rutina funeraria del cemento, de las colillas y la ***** entre las que tiro mis restos fatigados, a la espera de las vibraciones de la vida. Pero no. Entonces te reinvento, musa que no existes. Te busco en los colores, te dibujo en las caras que pasan, te añoro en las miradas que no dicen nada. ¿De dónde sino podrían salir los versos más relucientes, sino de las cabezas estrelladas contra el piso de la crueldad hija de ***** de la mal parida suerte, de las garras ensangrentadas de las gárgolas que me dan caza si me presto; del pecho hambriento abierto en canal cuando quiero, a manos inútiles, o impotentes, o insensibles que revuelven las tragedias del pasado con escupitajos y el desgano de existir? ¿De dónde he de sacar versos entre las piedras mudas de las vías, entre las toneladas mugrientas que me cargo a los hombros, entre las manos agarrotadas y la cintura hecha trizas? No. No se sacar versos de la ***** inmunda de la vida lapidaria, de la rutina de obrero, de las ruinas humanas de la explotación. Entonces te reinvento, musa que no existes. Te añoro en las miradas indiferentes, te escribo versos que no has de leer, te imagino en nombres que más pronto que tarde me vuelven espejo de la misma indiferencia pálida con que me tratan. Entonces te rescato, te desprendo de los cuerpos que no están, te guardo entre las hojas del libro que siempre llevo conmigo. Y en cualquier momento te vuelvo a soltar, para que te poses en la primera mujer que elijas, y me calientes algo más que las ganas, avives la hoguera en que usamos los sueños rotos como leña, mientras nos burl.amos de su suerte como fauna despiadada. Mientras esperamos, vos y yo, que sea ella… que ella sea. La que signe el calendario, la que parta en dos la agenda, la que exista a toda prisa, la que vea, la que lea, la que patee el tablero de los versos que me asquean. La que los vacíe de sentido, la que no los provoca y los destierra. La que me susurre en un suspiro convencido, que desde ahora mis carnales pasiones, mis llamaradas en los ojos y mi fiebre, tienen un nombre definitivo. Un definitivo nombre. Mientras tanto... te escribo. Te busco entre los cuerpos que amo con todo amor y ganas, entre los abrazos partidos y repartidos, entre los rostros que acaricio, entre las sonrisas que devuelvo -y las que no-, entre las miradas y los roces, entre la luna y las muertas estrellas, entre conocidas y extrañas, entre las carcajadas honestas que te presagian, entre el absurdo vértigo en el que vivo. Entre el deseo duro y firme de querer ser consecuente, de unificar a toda costa ¡costare lo que sangrare el Pensar, el Decir y el Hacer. Deseo que tú bien sabrás retribuir y comprender. Entre el frenesí errático de sobrevivir día tras día a mí, este deporte de alto riesgo de abandonarme a mis pasiones, con todo el vigor en el cuerpo, en la cabeza sobria toda lucidez; y esta calma de saberte prescindible, de decirte -como Roque Dalton- cada día como advertencia única, (por si acaso nunca te dignes a ser), que igual sonrío, que igual respiro, y que: “Hace frío sin ti, pero se vive.” Estoy bien acostumbrado mi vida, a que no seas vida, a que no seas mía, a no saber siquiera nada de ti. DDD

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Dario Daniel Muchiiiiiisimas gracias Verónica. Abrazo. :)
19/02/2018
gabys Que lindooo!! Te felicito ☺
17/03/2018
Dario Daniel ¡Gracias Gaby! ¡Muchas! (Aunque veo que me censuró la palabra Mieeeeeer---da la página. Jaja
17/03/2018
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